Sorry que no haya podido actualizar, pero hoy y ayer me pase todo el dia estudiando!!!! Terrible... odio el insti!!!! En fin, mañana m voy al cine con unas amigas, asi que seguramente no podre actualizar, pero el sabado empiezo con la carga d nuevo...
Comida Tipica Alemana: Tom - Tom!!! xDD Lo veo siempre que voy a piano, y es que me hace tanta gracia... y ya le pedi a mi padre k le sacara una foto con su super camara que se ha comprao por su cumple... y ahi sta!! Mas chulo xDD
Este capitulo, en realidad, eran dos, pero los junte, porque estoy harta d k sean tan cortos... y uno largo d vez en cuando viene bn, no??? xD Espero k os guste wapas!!! Ich liebe euch!!
Capítulo 22
--------------------------- Lucía -----------------------
- Te amo.
Estábamos en mi casa. Cristina había salido del hospital, y quedábamos los 4: Tom, Cris, Bill y yo, a veces con Georg y Gustav, y cuando Bill y yo nos quedábamos solos… me hacía adicta a sus besos, y él a besarme.
Un día decidí preguntarle lo que me llevaba comiendo el coco varios días.
- ¿Cuándo os vais, Bill?
Él suspiró.
- Demasiado pronto.
- ¿Y volveréis a Milán?
- No, porque tú te vendrás conmigo.
- Bill, no puedo.
- ¿Por qué no?
- Porque estarás muy ocupado, y yo no pinto nada ahí.
- Claro que pintas! Eres mi novia!
- Y eso te daría más trabajo aún. Entrevistas, fotos…
- Tarde o temprano lo sabrán.
Me besó. Dios, cómo podía dejarle ir…
- Pero yo tengo aquí toda mi vida.
- Bueno, dejemos de pensar en eso, ¿vale?
Asentí con la cabeza mientras le besaba.
- Lu… me voy mañana… - me dijo con la mirada perdida.
- ¡¿Cómo?! – exclamé atónita mientras me giraba un poco sobre sus rodillas.
- Pero volveré pronto, te lo juro.
- Dio, Bill! ¿Y qué seguridad tengo yo de eso?
- Confía en mí…
- Pero si la gira no comienza hasta dentro de tres meses!
- Pero tengo que ir al estudio, volveré pronto… Si soy el primero que no puede estar sin ti…
Yo me quedé bastante “plof”, sabía que quedaba poco, pero el tiempo se pasaba rapidísimo al lado de Bill.
-Vamos a dar una vuelta, anda…
Estaba empezando el verano, y Milán estaba muy agradable. Hacía muy buen ambiente y daba mucho gusto pasear, cosa que habría disfrutado si no fuera porque no podía pensar en otra cosa que en que Bill se iría al día siguiente…
- Ey, Lu… - me dijo Bill abrazándome – No te pongas triste. No te puedo ver así.
- No estoy triste por eso, más quisieras tú – le dije para evitar ponerme ñoña.
Bill se rió, ya estaba acostumbrado…
- Eres la chica más rara que he conocido…
Le repasé con la mirada.
- Pues anda que tú! – y le besé, un beso intenso y único. Cuando él me besaba de vuelta, hacía que me perdiera en sus labios y que todo el mundo a mi alrededor desapareciera.
Y así fue el último beso en el aeropuerto, a escondidas, seguido de un abrazo de Tom.
- Cuida de Cris, ¿eh? – me susurró él, y yo le dirigí una mirada interrogante, aunque ya me estaba oliendo lo que le pasaba… él sonrió tristemente y se fue.
Cris y yo nos volvimos en mi precioso coche, del cual estaba muy orgullosa, así como de sacarme el carnet ^^.
- Bueno, Cris, otra vez solas…
- Sí… que pena, ¿no?
- Sí… Bueno, y tú ¿qué tal con Tom? Ya me dirás qué le has hecho para que no se separe de ti!
- Alto secreto ^^ - nos reímos – No sé, dice que se siente culpable por lo del accidente…
- Sí, claro… ¿Por qué?
- Bueno... es una historia muy larga – al ver mi cara, prosiguió:- Esa noche Tom y yo…
- Vale, lo he pillado…
Cris se puso roja.
- Bueno, pues yo al despertarme me enfadé con él, le dije que se había aprovechado de mí y salí corriendo…
- Precioso…
- … y el autobús me atropelló… últimamente perdono a más gente… a ti por enamorarte de Bill, a Bill por enamorarse de ti, al conductor por atropellarme, a Tom por liarse conmigo…
- Jeje…
Cris sonrió.
- Ya se les echa de menos…
- Ay, Cris, no te deprimas. Ya verás cómo volverán.
Sonó mi móvil.
- ¿Sí?
- Hola, Lucía – era mi padre - ¿qué tal todo?
- Bueno… ¿tú?
- Bien… ¿Cris salió bien del accidente?
- Sí, perfectamente.
- Dale saludos de mi parte.
- Saludos de parte de mi padre.
Cris asintió.
- Estoy conduciendo, así que ve al grano.
- Mira, es que hoy tengo una cena muy importante, y quiero que vayas conmigo.
- ¿A qué hora?
- Paso por ti a las 10.
- Bien.
- Ponte guapa, ¿eh?
- Bueno, un beso.
- Adiós, cariño.
Colgué.
- ¿Qué pasaba? – me preguntó Cristina.
- Mi padre, que “tiene una cena importante” y quiere que le acompañe.
- OK.
Por la noche mi padre vino a recogerme y en el restaurante esperaba mi peor pesadilla: Tito y sus padres.
- Sonríe – me dijo mi padre al oído.
- ¡Hola! – dije yo con una sonrisa un poco muy falsa. No me gustaba ocultar lo que sentía.
La cena me pareció eterna. Y además con Tito echándome miraditas…
- ¿Quieres que te lleve a casa? – me preguntó al salir.
- No, gracias, ya me lleva mi pad… - oí el sonido del motor del coche de mi padre, y cuando me giré no había coche. Ya decía yo que debía haber venido en el mío- . Bueno, llévame a casa.
Tito, con una sonrisa me abrió la puerta de su Ferrari rojo descapotable, mientras yo maldecía a mi padre en voz baja.
- Y cuéntame… ¿qué tal te va la vida?
- Bien – respondí cortante, mirando las calles de Milán, pensando en Bill, como siempre.
- Me alegro.
Puse música para evitar cualquier tipo de conversación, y por fin llegamos a mi casa.
- Pues nada, cuando quieras quedar… ya sabes que estaré para ti a todas horas.
- Tito…
- ¿Sí?
- Ya tengo novio.
Tito se rió a carcajada limpia.
- ¿Tú? ¿Novio? Pero si es imposible que un chico te guste!
- Pues mira…
Tito me miró con esa cara de niño pijo consentido enfadado que tiene.
- Si no te gusto yo, es que no te gusta nadie – dijo con una sonrisa que se suponía que debería ser provocadora.-
- No te creas tan guay…
Y me bajé del coche de un portazo, a ver si lo rallaba!
- Ya nos veremos, Lu!
- En el infierno… - susurré mientras el motor de su coche ahogaba mis palabras.
Llamé a Bill para animarme un poco.
- ¿Hallo? – sonó la voz de Bill al otro lado somnolienta, se me había olvidado mirar la hora…
- Hola, mi amor!
- Hey, mi niña… ¿Qué tal?
- Bien… echándote de menos… ¿cómo quieres que esté?
- Así ^^… ¿Qué has hecho esta noche?
- No me lo recuerdes… ha sido horrible…
Hablamos un rato, hasta que el sueño me venció y me acosté.
Pasó una semana aproximádamente hasta que Cris me mandó a comprarle una revista, puesto que ella no andaba mucho por lo de las muletas.
Me di una vuelta hasta llegar a la tienda, miré algunas revistas… y de repente mi mirada se clavó en una con este título:
LOS GEMELOS KAULITZ SE MUDAN A MILÁN
- ¡¿Cómo?! Cogí la revista sin pensármelo dos veces y la compré. Salí corriendo a casa de Cris.
- ¡Cris, Cris!!
Me tumbé y le puse a Cristina la revista en frente. Cuando se dio cuenta empezó a gritar y a saltar como una loca, bueno, como podía, con la pierna escayolada.
- ¡Vienen mañana!
Y Bill no me había dicho nada… Precioso…
Le llamé.
- Ja?
- Bill…
- ¿Sí, mi amor?
- Es que te echo de menos, ¿cuándo vienes? – dije, mientras Cristina soltaba una risita.
- No lo sé… Intentaré ir lo más rápido posible, yo también quiero verte ya…
“Los gemelos vendrán a Milán el 17 de mayo…” ¿Desde cuando al día siguiente era “no lo sé”?
- Ah, bueno… Ey, te tengo que dejar, te amo. Bye!
Colgué.
- Lee, lee – le dije a Cris.
- “Felicidades para las que vivan en Milán! Bill y Tom compraron casa hace unos días y el 17 de mayo vendrán a estrenarla! ‘Milán es una ciudad preciosa, que da mucho para todo: tranquilidad, inspiración…’ nos confiesa Bill…” ¡Vienen mañana!
- ¿Vamos al aeropuerto a recibirlos?
- Vé tú, Lu, que yo con la pierna esta no estoy para pegar brincos…
- Bueno, los traeré aquí, ¿vale?
- ¡Por favor!
El día, como siempre que te espera algo importante, se pasó eterno. Sólo había pasado 1 semana, más o menos, pero las ganas de ver a Bill de nuevo eran como si llevara una vida sin verle.
Me enteré de la hora en que llegaban y me fui al aeropuerto. Había unas vallas por todas partes, y miles de fans… Las noticias sí que corrían rápido…
No sé cómo demonios lo hice, pero conseguí sortear todas las vallas, todo y conseguí meterme en el aeropuerto.
No tuve que esperar mucho para oír a todas las fans enloquecer, y verles llegar. Bill paseó la mirada con una sonrisa, y cuando me vio dejó todo lo que llevaba encima y corrió en mi dirección. Yo entonces me dirigí hacia él y nos fundimos en un abrazo.
- Mentiroso – le dije al oído.
- ¿No puedo darte una sorpresa?
Me besó. Al instante se oyeron mil flashes y los gritos de las fans confusas y desesperadas. Pero no me importaba, ni que dentro de poco me pudieran clasificar como una de las chicas más odiadas del mundo, y que saldría en todas las revistas. Estaba con Bill, ¿qué más importaba?
- ¿Os enseño el camino? – le pregunté.
- Venga, ¿dónde está tu coche?
- Uff, lejos…
Bill dijo algo en alemán a un guardaespaldas.
- Te acompañará al coche, ahora creo que vas a necesitar llevar escolta – me sonrió.
Me encogí de hombros.
- Bueno, ¿y dónde tenéis la casa? – dije con gran dificultad por los gritos de las fans que me gritaban de todo.
Bill pronunció con un italiano que dejaba mucho que desear una calle.
- ¡Anda, muy cerca de la mía!
- Lógicamente…
- ¡Te amo! Oye… ¿y Tom?
Nos giramos. Estaba el pobre venga a firmar autógrafos…
- Anda, venga, ayúdalo, te espero en mi coche.
Me fui acompañada de 4 guardaespaldas. Había llevado cuando era pequeña, pero mi padre siempre había intentado ocultarme de las cámaras y hasta ahora era prácticamente anónima… ¡hasta ahora!
Me subí en mi Porche negro y esperé a que llegaran. No tardaron mucho.
- Joe, Lu! ¡Cómo las tienes! ¡No paran de llorar! – me dijo Tom.
Le abracé.
- ¡Cuánto tiempo!
- ¡Ya ves! Me alegro de verte tan guapa! ¿Y Cris?
- Se ha quedado en casa, ahora pasamos a por ella.
- ¡Guay!
Mientras tanto llegó Bill.
- Puff… ¡casi me matan! – dijo a modo de saludo.
- Venga, superman, sube.
------------------------- Cristina -------------------------------
Se abrió la puerta y se oyeron risas.
- ¿Cristina? – dijo Tom.
- ¡Tom!
Me incorporé y Tom apareció. Antes de que pudiera reaccionar, ya me llevaba en volandas.
- ¡Tom, que me matas! – exclamé riéndome.
Él entonces me bajó con cuidado y me tendió las muletas. Después me dio un beso en la mejilla.
Llegaron Bill y Lucía dándose la mano. Bill al verme me sonrió y me abrazó.
- ¡Ey, guapísima! ¿Qué tal la pierna?
- Genial, me quitan la escayola… ¿mañana o pasado, Lu?
- Pasado.
- Ya veis. Al final no ha sido para nada grave. Yo ya me veía paralítica…
- No pienses en eso – me dijo Tom.
- Lo que sí pienso es que estáis totalmente locos! Anda que veniros a Milán… - les dije- Tú, Bill, tienes excusas, pero Tom…
- Él también tiene excusas – dijo Bill antes de que Tom pudiera mediar palabra-:
1: Tenemos que componer (hemos tenido algunas discusiones con la discográfica…), 2: somos inseparables, y 3: le tienes comiendo de tu mano como a un pajarito.
- Bill!
Tom le fulminó con la mirada.
- Ey, me muero por ver vuestra casa! – dijo Lucía, cambiando el tema.
- ¿Tenéis algo planeado? Porque podríamos ir ahora… - dijo Bill.
- ¡Venga! – exclamé excitada.
Bajamos y nos metimos en el coche de Lucía. La casa estaba cerca de la de Lucía, por tanto cerca de la mía, en el barrio “chic” de Milán. Y menuda casa… el salón como toda la mía, la cocina casi entera de cristal… era la típica que no quieres entrar porque eres algo imperfecto, y no pintas nada en ella. Nos la enseñaron con detalle.
Lo que más me gustó fue el estudio. Siempre había soñado con ir al sitio donde se componían las canciones que me ayudaban cada día a sonreír, y no me decepcionó en absoluto. Era una habitación amplia, con muchísima luz. Había un sofá negro, una mesa de cristal, con algunas carpetas. Había una guitarra apoyada en la pared, y algunas cajas que los guardaespaldas no habían desempacado todavía. Era muy pronto para que a los chicos les hubiera dado tiempo de desordenarla. En una semana estarían todos los papeles por el suelo, pizza en la mesa… Sonreí al pensarlo.
-¿Y esta foto? – preguntó Lucía levantando una foto que había en la mesa.
Me acerqué para verla: éramos los cuatro, Bill, Lucía, Tom y yo. Riéndonos, mirándonos… Bill se acercó a Lucía y la abrazó por detrás.
- ¿Vosotras sabéis las canciones que se pueden sacar de eso? – susurró.
Lucía y yo sonreímos. Jamás me imaginé que esto iba a pasar. Mi felicidad era tan grande que apenas podía dejar de sonreír.
- Bueno, ¿qué hacemos? – preguntó Tom después de un rato- ¿Os a gustado la casa?
- Sí.
- Si nos perdonáis… - dijo Bill -, llevo una semana sin ver a mi chica, y tengo que estar con ella…
- Bueno, iros por ahí – dijo Tom -. Estoy harto de enamorados.
- Pues llevas uno dentro.
- …
- Bueno, chao.
Nos dimos dos besos y se fueron alejando.
- ¡Ah, Cris! Esta vez, si hay, no salgas corriendo, a ver si te atropella un camión…
- Qué graciosillo que está el niño – le gritó Tom.
Se oyó la puerta cerrarse.
- Perdona a mi hermano – dijo el mientras se me acercaba – Está muy tocado últimamente…
- No importa… deja que disfrute – le dije con una sonrisa de agradecimiento.
Silencio.
- Bueno… ¿qué quieres que hagamos? – me preguntó.
- No sé… ya es de noche…
- Opciones: ir a cenar…
- … que no te veo con ganas…
- … enseñarme la ciudad…
- …con mil fans al acecho…
- Entonces vayámonos a algún sitio apartado, a un pinar, o algo parecido.
- Pensé que no te gustaba ese tipo de cosas…
- Estar un poco al aire libre tampoco me vendrá mal… - me respondió encogiéndose de hombros.
- Bueno.
Así que Tom me llevó a un pequeño bosquecillo que había no tan al centro de la ciudad. Lo agradecí bastante: respirar aire fresco…
Nos tumbamos en la hierba. Hacía fresquito, pero la noche era preciosa, y el cielo estaba cuajado de estrellas.
- Qué bonito – dije con un suspiro -. Siempre he tenido debilidad por este tipo de sitios, especialmente por la noche.
- ¿Por qué?
- No sé… aunque haya tantos mosquitos – sonreí -… son tan románticos…
- A mí también me lo parece – susurró Tom.
Me incorporé un poco.
- ¿Tú querías venir a Milán?
Tom se giró un poco. Me miró a los ojos con una mirada insoldable.
- Sí – me dijo.
- ¿Y por qué?
Cuando yo pensé que no me iba a responder, Tom se incorporó también, sujetó mi cara entre sus manos y se acercó a mí. Tuve aquella sensación de mariposas en la tripa.
- Porque me tienes loco. Sé que tú prefieres a mi hermano, porque es muy romántico, no es un salido de mierda que sólo se fija en las curvas, compone unas canciones de puta madre… y lo llevaba bien hasta que me enamoré de ti.
Iba a responderle, pero no había palabras. Ya me había dicho que me quería, pero en ese momento estaba enfadada con todo el mundo, y apenas le había escuchado. Ahora, con su cuerpo tan cerca al mío, con sus ojos clavados en los míos, hipnotizantes… era imposible no escucharle.
- Sé también que soy un imbécil, salido insufrible, y soy la última persona en la que confiarías. Pero quiero que sepas que me cambiaría entero para gustarte, aunque sé que jamás seré como Bill.
No podía creer lo que estaba oyendo. Pero ahí estaba él. Su mirada, de alguna manera, me aseguraba que lo que decía era totalmente verdad.
- Así que cuando Bill me dijo de venirnos a Milán acepté para poder continuar viéndote, aunque solo fuera tu amigo.
- Tom, yo…
- No te preocupes, Cris. Lo comprendo. Seguimos siendo amigos, como si no te hubiera dicho esto.
No sabía cómo reaccionar. A duras penas conseguí asentir con la cabeza. Tom se volvió a tumbar.
- ¿Tú sabes distinguir constelaciones? – dijo como si no hubiera pasado.
- No, soy malísima para estas cosas – respondí después de un momento, recostándome al lado suyo.
Seguimos hablando sobre diferentes cosas, pero mi mente seguía dándole vueltas a lo que me había dicho Tom.
CONTINUARÁ…
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