Blog en obras! xD

Hallo chicas!!! Como stais??
Ahora mismo le estoy dando unos cuantos retoques al blog, asi que no os extrañeis si meto la pata y pongo algo donde no es, o si veis algo que no acaba, etc etc. No soy mu buena con estas cosas y ya con falta d tiempo ni os cuento xD Asi que paciencia, pero SEGUIRE ACTUALIZANDO CON NORMALIDAD TODOS LOS DIAS!!! Asi que seguid visitando el blog, y dejando comments y opiniones, que es lo que mas me gusta de hacer un blog!!
Os adorooo!!
La loca de la admi,
PauLi!!!!

Fotukiss

jueves, 27 de noviembre de 2008

Cap-ítulo 29 (Cristina)

Mi capiii!!!!! yeiii!!!!! xD Bueno, lo he hecho con mucho amor para vosotras, así que espero que os guste a todas... ^^ Es bien largo, creo, así que disfrutadlo con todas vuestras ganas, y luego se comenta un comentario bien grandote para satisfacerme ^^ xD Un beso mis niñas os amoo!!!!

Capítulo 29
---------------------------Cristina ----------------------
Pasaron dos semanas, y la cosa no mejoraba. Bill cada día estaba peor, y Lucía apenas comía. Yo no sabía qué hacer.
La alarma sonó, sacándome de mis pensamientos. Apagué el reloj de mala gana y suspiré. Llevaba bastante rato despierta, pero pensar en el hecho de tener que salir de la cama alejarme de el cálido cuerpo de Tom, me daba dolor de cabeza.
- ¿Qué hora es? – murmuró Tom medio dormido.
- Las 6:30.
- Ah, es muy pronto.
Se acurrucó de nuevo entre las sábanas y me atrajo hacia él.
- Tom…
- ¿Mph?
- Tengo que irme a la universidad…
Abrió un ojo.
- No es verdad.
- Sí. Venga, déjame ir – dije quitando sus brazos de encima mía.
Pero Tom me abrazó más fuerte aún.
- Quédate hoy conmigo.
- No puedo.
- ¿Por qué no?
- Porque hoy tengo examen final.
Ayer había estado hasta las tantas estudiando para aquel examen. Gracias a Dios, después de aquellas dos semanas de exámenes que me faltaban, terminaría el curso y tendría vacaciones hasta finales de Agosto.
Salí de la cama y cogí la primera cosa que encontré en el armario. Me cambié rápidamente, me peiné y tosté un poco de pan.
Estaba echándome leche en un vaso cuando sentí los brazos de Tom enroscándose en mi cuerpo y sus labios en mi cuello.
- Te voy a recoger hoy, ¿vale?
- Si insistes… - dije con una sonrisa.
- Luego nos iremos a merendar a tu chocolatería favorita, te saltarás baile o la clase que tengas hoy…
- Piano.
- … Eso, y tendremos una tarde sólo nuestra.
- Suena tentador.
Me dio la vuelta, de manera que nos quedamos cara a cara y juntó sus labios con los míos.
- Voy a llegar tarde…
Tom me mordió el labio inferior, me apretó contra él, y me besó de nuevo.
Después de darle mil besos de “buenos días,” y con un gran esfuerzo, me aparté de él y salí de la casa.
Me puse los cascos y me di la vuelta para lanzarle un último beso. Él hizo como si lo cogiera en el aire y se lo “guardó” en el bolsillo.

He’s so beautiful…
Such a beautiful disaster…

Ese día aquellas palabras tenían más sentido que nunca.
Me giré y salí corriendo para no llegar tarde.

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¡Uff, ya pasó! Había hecho el examen final de Ciencias… Salí con unas amigas, hablando de lo típico: fin de semana, chicos y fiestas. Fue entonces cuando reparé en un grupo de chicas gritando alrededor de una silueta que conocía muy bien. Con todos los nervios, había olvidado que vendría a recogerme. Me di cuenta de la locura que había cometido al venir a la universidad.
- ¡Oh Dios Mío! ¡Es Tom Kaulitz!
- ¿Qué demonios hace aquí?
Tom entonces se giró y me vio. Sonreí sin saber muy bien qué hacer.
- Mira, Cristina se ha quedado embobada – se burló una amiga.
- Anda, acércate y pídele una foto!
Me acerqué a él cuando ya se había hecho una foto con prácticamente todo el edificio. Mis amigas no vinieron, pues no eran muy fans de Tokio Hotel, así que no tenían interés.
Al ver su sonrisa me relajé un poco.
- Tom Kaulitz, ¡qué honor verle por aquí!
Soltó una carcajada.
- Ahora, hablando en serio, ¿cómo se te ocurre venir?
- ¿No puedo venir a recoger a mi chica? Además, te lo prometí, y yo cumplo mis promesas.
- ¡Pero todo el mundo está mirando!
- Bueno, pues que miren.
Tom me cogió la cintura y me apretó contra él con una sonrisa.
- Tom, no…
Él hizo oídos sordos y me besó. Y una vez más hizo que me olvidara de todo lo de alrededor, besándole de vuelta sin remedio, manteniéndole junto a mí.
Pero ahí estaban los gritos de las fans y los flashes para recordarme que Tom no era lo único en este mundo, que ya nunca más sería anónima. Que las revistas, periódicos y páginas de Internet estarían desbordadas de aquel momento, de aquel primer beso en público.
- Anda, vámonos - me dijo Tom cogiéndome de la mano.
Me tiró para cruzar la esquina, y lo último que vi fueron las caras atónitas de mis amigas.

Tom me llevó a mi chocolatería favorita, como me había dicho por la mañana, y merendamos ahí.
- Bueno, ¿qué vamos a hacer con Bill y Lucía? – pregunté después de un rato.
- Cris, olvídate de ellos.
- Es que me preocupan mucho… no les puedo ver así.
- Lo sé, mi niña, yo tampoco lo paso bien, créeme, pero nosotros no podemos hacer mucho.
- Pero podemos intentarlo.
Tom me cogió la mano.
- A lo mejor sólo tenemos que dejar que pase un poco de tiempo.
Le miré indecisa.
- ¿Tú crees?
- Sí. A lo mejor es eso, y si no, haremos lo que podamos.
Suspiré.
- De todas maneras, no es asunto nuestro. Y tú tiendes a preocuparte demasiado por la gente y no por ti misma, y eso no es bueno.
Le sonreí tristemente. Un mesero bajito y regordete nos trajo la cuenta, así que me dispuse a sacar mi cartera del bolso cuando Tom puso su tarjeta de crédito en la pequeña bandeja. Fui a protestar, pero Tom me cayó con un gesto de la mano.
-Quedamos desde el principio en que yo invitaba.
- Te odio.
- Yo también te amo.
Esperamos un rato hasta que nos devolvieron la tarjeta, y salimos del edificio cogidos de la mano.
- ¡Son ellos!
- Mierda – murmuró Tom.
Mil flashes impactaron en mi cara, y mil gritos de los papparazzi llenaron mis oídos. Tom me cogió rápidamente de la cintura y me condujo para un lado. Los periodistas, ansiosos de fotos y respuestas, nos seguían, pero Tom los intentaba apartar. Ellos nos acorralaban a veces, y nos lanzaban preguntas incomprensibles.
Cuando sentía que me iba a ahogar, llegamos al enorme coche negro de Tom, y nos metimos en él como si fuera nuestra protección, nuestra salvación.
- Fiuff… ya pensaba que no saldríamos con vida – suspiró Tom con alivio.
No respondí. Me había asustado muchísimo con todo el barullo.
- Sí que corren rápido las noticias – conseguí susurrar después de un rato, cuando Tom había arrancado el coche y nos habíamos alejado de la multitud.
- Bueno, ya no hay vuelta atrás, ya no eres anónima.
- Precioso…
- Pero estar con el chico más guapo del universo vale la pena, ¿no?
Solté una carcajada.
- ¿Acaso no es verdad?
Nos miramos fijamente. La verdad es que era así. Sus ojos marrones cada día parecían más bellos, sus labios cada vez más irresistibles. Y sólo hacía falta una sola caricia de sus manos para hacerme temblar del placer.
- Tú lo que eres es un creído – le dije en tono burlón.
Tom se rió y me besó en la mejilla.
- Al parecer no vamos a poder ir a ninguna parte o sí que no sobreviviremos…
- Ya…
- ¿Qué quieres hacer?
Mi móvil sonó.
- Ciao…
- ¿Cris?
No podía acostumbrarme a la voz quebrada que tenía Bill ahora, por más que la escuchara una y otra vez.
- Bill, ¿cómo estas?
- Ehm… ¿podrías venir? Para hacer algo juntos…
- Pues… claro, cómo no. ¿Estás en tu casa?
- Sí.
- Bueno, pues vamos para allá.
- Venga, adiós.
- Ciao.
Colgué.
- ¿Podemos ir donde tu hermano?
- ¿Es que ese tío no puede divertirse él solo?
- Tom, tienes que entenderle.
- Le entiendo, pero quiero estar contigo.
- Yo también, pero Bill nos necesita – le dije cogiéndole la mano.
Tom suspiró.
- ¿Cómo consigues convencerme tan rápido? – me preguntó.
- Eso es que me quieres.
Sonreí y le besé.
- Anda, vamos.
Después de un rato llegamos a la casa de los chicos. Bill nos estaba esperando.
- ¡Bill, hola! ¿Qué tal estás?
Bill sonrió y me abrazó. Luego saludó a su hermano.
- Bueno, ¿qué queréis hacer?
- Algo dentro de casa porque me da miedo salir… - dije mirando a Tom.
Bill me miró interrogante.
- Papparrazi – aclaró Tom.
- Ah – asintió -. Bienvenida al mundo de la fama, pequeña.
- Me tendréis que enseñar a posar antes la cámara – dije imitando las posturas de Bill en las galas -. Quiero salir bien guapa.
Bill se rió. Al menos mis poses habían surtido efecto.
- Pero tú eres guapa naturalmente.
- Sí, pero tengo que estar ESPLÉNDIDA para merecerme estar al lado de dos ángeles de este calibre.
Los dos sonrieron orgullosos.
- Bueno, tengo hambre, iré a ver qué tenéis en vuestra nevera…
- Pero, Cris, acabamos de tomarnos un chocolate…
- ¿Y tú te crees que eso llena después de un examen como el que he tenido hoy?
Me alejé hacia la cocina y abrí la nevera para ver qué había para picar. ¡Pero estos no tenían nada! Si es que los alemanes…
Volví al salón con los brazos cruzados donde estaban sentados, hablando en alemán.
- ¿Es que no tenéis nada comestible en esta casa?
- ¿Pizza de jamón? – preguntó Tom cogiendo el teléfono.
- A mi me parece bien, ¿Cris?
Suspiré.
- Venga, de jamón.
Me senté al lado de Bill mientras Tom se apartaba para escuchar mejor.
- Sin duda tenéis más guarradas en vuestro cuerpo que cualquier otra cosa.
Bill sonrió.
- Eso no puedo discutirlo.
- Conmigo eso se acabó, ¿eh? Aquí se come sano.
- ¡Sí señora!
Me reí. Al menos cuando estaba con él se alegraba un poco…
- Las pizzas llegan en 10 minutos – dijo Tom mientras se sentaba en el sofá y me pasaba un brazo por los hombros.
Le cogí la mano y me apoyé en su hombro. Estaba bastante cansada…
- ¿Vemos una película? – dijo Bill después de un rato.
- Venga, ¿dónde las tenéis? – pregunté levantándome del sofá.
- Ahí, en esa estantería.
Abrí la puerta de cristal y empecé a mirar los títulos… nada interesante…
- ¿No tenéis alguna película como… no sé, Moulin Rouge?
- ¿Moulin qué?
- Tom, no me digas que no sabes lo que es Moulin Rouge o me voy de esta casa ahora mismo.
Él me puso cara de puchero, haciéndome reír. Miré un poco más y vi un título que no había visto antes, y que me llamó la atención. Lo cogí y se lo enseñé interrogante.
- ¡Oh, esa es buenísima! – saltó Bill.
- Trae, trae que la ponga.
Tom me cogió la caja y yo, encogiéndome de hombros, me senté en el sofá.
La película empezó, y apenas dos minutos después ya se nos quitaba la respiración de la risa. Era una cosa tras otra. Dios mío, no me había reído tanto en tanto tiempo…
El tiempo pasó rapidísimo, nos tomamos las dos pizzas, y cuando la película terminó empezamos a charlar. Sin darnos cuenta ya era de noche.
- Madre mía, estoy agotada… - dije mientras me acomodaba en el sofá.
- Voy a por algo de beber, ¿alguien quiere?
BIll y yo negamos con la cabeza, así que Tom se alejó hacia la cocina.
- Ha estado bien, ¿eh? – dije después de un rato.
- Sí, me he divertido mucho.
Nos sonreímos. Se podía oír a Tom silbando una canción que yo adoraba, y que se la había puesto tantas veces que ya se la sabía de memoria.
- Cris…
- ¿Sí?
Bill se acercó a mí.
- ¿Cómo podré agradecerte todo lo que estás haciendo por mí?
Yo también me acerqué a él, y le besé la mejilla.
- Simplemente quiero que seas feliz.
- Y más después de lo que te hice por esa –
Le tapé los labios con un dedo.
- Lo que hiciste fue lo mejor que me ocurrió, descubrí a quién quería en realidad. Y además, la amas. Y ella te ama a ti.
- Eso no es verdad.
- Sí que lo es.
Él suspiró.
- A lo mejor el amor no existe…
- El amor existe, te lo aseguro.
Él me sonrió tristemente.
- Sí, sí existe. Lo veo en ti. Tú estás llena de amor. También lo veo cada vez que Tom y tú os miráis… Pero a lo mejor para mí no hay tanto.
- ¿Y entonces cómo demonios puedes escribir esas letras tan bellas?
No supo qué decir. Le abracé con todas mis fuerzas. Él me devolvió el abrazo.
- Todo se va a arreglar, Bill – le dije al oído -. Ya verás cómo se arregla.
- Gracias, Cris.
Bill me besó el pelo mientras suspiraba.
A todo esto llegó Tom, y cuando nos vio abrazados su mirada chispeó con algo que parecía… ¿celos?

CONTINUARÁ…

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