Blog en obras! xD

Hallo chicas!!! Como stais??
Ahora mismo le estoy dando unos cuantos retoques al blog, asi que no os extrañeis si meto la pata y pongo algo donde no es, o si veis algo que no acaba, etc etc. No soy mu buena con estas cosas y ya con falta d tiempo ni os cuento xD Asi que paciencia, pero SEGUIRE ACTUALIZANDO CON NORMALIDAD TODOS LOS DIAS!!! Asi que seguid visitando el blog, y dejando comments y opiniones, que es lo que mas me gusta de hacer un blog!!
Os adorooo!!
La loca de la admi,
PauLi!!!!

Fotukiss

jueves, 4 de septiembre de 2008

Barcelona y RIR Madrid contado por una amiga nuestra ^^

Bueno, pues a Celia la conocimos en Barcelona, y nos hicimos muy amigas... aunque yo creo que a la pobre la traumatizamos xDD En fin, que me mando esto k escribió ella, sobre Barcelona y RIR (morruda, k fue a los dos xD). Explica muy bien todo lo que pasó, y... y... ay, dios mio, cada vez que me acuerdo, me da un paro al corazon! xD Pues aki os lo dejo, que si no m puede ocurrir cualquier cosa! xD TKM Celia!!!! Ojala nos volvamos a ver!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!




“Me levanté el día 25 de junio a las 5 de la mañana para coger un tren que me dejaría en Barcelona a las 10.Fuimos en metro desde la estación de tren hasta el hostal para dejar las cosas y nos fuimos a la playa. Pero que casualidad que pasamos por delante del hotel “Arts” donde había una decena de ‘‘tokiohoteleras’ esperando a la puerta del hotel para que salieran. Nos fuimos a comer, pero yo no tenía casi hambre pensando en que los podría conocer en persona. Cuando terminamos, volvimos para ver si habían salido y conocimos a tres chicas muy simpáticas: a María; que es de Murcia y también había ido a Madrid a verlos, a Paula; que es de Madrid, pero vive en Costa Rica y ha atravesado el océano para verlos e Irene; que también es de Murcia. Todas tenían 14 años.
Bueno, pues ahí nos ves con tres megáfonos ‘decorados’ con pegatinas de una revista francesa de Tokio Hotel, banderas alemanas, pancartas, capas con las fotos del grupo y estas tres, que, como después me enteré, se habían hecho la manicura que lleva Bill a las 2 de la mañana.
Queríamos que nos dijeran si estaban en el hotel (porque no estábamos seguras de ello), pero no nos decían nada. Total, acabamos sentadas junto con dos chicas más en el bordillo de la tienda de al lado con las banderas ‘al viento’.Mucha gente se fijaba en las pancartas y las banderas en las que estaban: los nombres de los componentes del grupo, el símbolo de TH, y ‘te queremos Bill’ en alemán. Hasta unas chicas nos gastaron una broma diciendo que iban a bajar...
Pensamos que, a lo mejor, nuestras madres podía preguntar si estaban allí, y ahí ves a mi madre preguntando a los botones .Pero la respuesta, como no, fue negativa.
Como no conseguimos sacarle ninguna información, María se puso a hablar con un señor con corbata y empezó a contarle ‘su vida’.Que se había levantado a las cinco y media para ir al hotel, que anoche se estuvieron haciendo la manicura francesa, que llevaban desde las diez en el hotel, que solo habían comido un bocadillo, que sabía decir ‘quiero un hijo tuyo en alemán’,que si le decía que estaban allí no se lo decía a nadie porque las ‘tokiohoteleras’ eran muy egoístas…y, a pesar de ello, se resistían a decirnos nada.
A estas alturas ya estaríamos reunidas treinta chicas gritando por los megáfonos: ‘os queremos’ (en alemán), canciones de TH y otras que reinventaron ellas a las dos de la mañana.
Y ahí estábamos cuando bajó un gerente del hotel y nos dijo que estábamos molestando a la gente del hotel y que como no nos calláramos iba a llamar a la guardia urbana. El padre de Paula le dijo que solo éramos niñas y que no era para llamar a la guardia urbana. Al final cedió, y lo único que nos dijo fue que dejáramos pasara los coches.
En mi opinión, el gerente no tenía razón para ponerse así porque también nos habían dicho que estaban allí y nos estaban engañando como a niñas de 5 años.
Nos dieron un chivatazo que decía que estaban en el hotel ‘Juan Carlos I’, que, como no, estaba en la otra punta de Barcelona. Quedamos con unas amigas en que ellas se iban al otro hotel y que si había alguna novedad nos llamarían.
Mi madre me consiguió sacar de allí a las siete (yo llevaba allí desde las tres), haciendo prometer a mis amigas que me llamarían si pasaba algo.
Y así es como fuimos desde la Villa Olímpica hasta Plaza Cataluña ¡ ANDANDO! y como no, me destrocé los pies. Al día siguiente me enteré de que habían estado allí apenas una hora antes y que unas amigas de María & Cía se hicieron fotos y hablaron con ellos ( ¡Y NO ME AVISARON! ).Dimos un paseo por las Ramblas que es muy bonito, con todos los pintores callejeros y la gente que hacía de estatuas vivientes.
Volvimos en el metro al hostal y compramos pan y jamón para hacer bocadillos para el concierto ( luego contaré la historia de los bocadillos ).
Cuando nos levantamos al día siguiente yo solo pensaba en el concierto de aquella noche…


Por la mañana fuimos a ver la Sagrada Familia: que es muy bonita por fuera; el Parc Güell, que está diseñado por Gaudí , y desde los miradores se ve toda la ciudad. También cisa ver la casa Batló en el Paseo de Gracia, que, otra vez más, estaba a 30 min. De allí. Cuando llegamos, había una cola para entrar de más de 1 h. Así que decidimos ir al hotel ( ‘‘Arts’’ ) y por poco me da un pasmo:
Dos niñas de Lugo, Andrea y Violeta, nos dijeron que seguro, seguro, estaban en el Claris. Pero nos dijeron que no se lo dijéramos a nadie porque como dijimos el otro día, éramos muy egoístas. Como ‘‘Arts’’ era un hotel de * * * * * Grand Luxe, paraban taxis continuamente para dejar y recoger a las personas que allí estaban alojadas. Cogimos 3 taxis para irnos al ‘Claris’, y, ¿a qué no adivináis en que calle estaba? : en Pau Claris, esquina con el Paseo de Gracia ¡Donde habíamos estado antes! Imaginaos lo lejos que estaba que el taxi costó 8,65 euros. Cuando llegamos me contaron como se habían enterado: la tía de Irene es la gobernanta de un hotel cercano y les dio el chivatazo por teléfono de que estaban allí.
Y allí estábamos 15 chicas a la puerta del hotel ‘Claris’, esperando a que salieran Tokio Hotel. Nos decidimos a preguntar a los botones que estaban en la puerta. Aunque nos dijeron que no, supimos que estaban allí porque cuando nos contestaron, se empezaron a reír. Averiguamos que el ‘Claris’ era de la misma cadena que el ‘Urban’, hotel en el que estuvieron alojados en Marzo en el concierto de Madrid. Pensábamos que si llamábamos a mucha gente, pondrían vallas y saldrían a firmar, pero lo único que conseguimos fue que se unieran 2 o 3 chicas más.
No nos dimos por vencidas, y cuando María iba par la segunda llamada, oímos que la niña con la que hablaba, estaba en el Palau Sant Jordi, como habían estado antes ellas y los había visto. ‘‘Y hasta se oye tocar la batería’’ añadió ella.
Todas nuestras esperanzas se desvanecieron. Total, ya se habían ido; pero allí está- bamos, en un corro y cantando ‘Through the Monsoon’ con el acompañamiento de el mó- vil de María, pegado al megáfono para que se oyera mejor.
Y yo, sin hambre (raro en mí), por la emoción (según mi madre), comiéndome un boca- dillo, de mala gana.
Hasta que las madres decidieron que era hora de irse, ya que no iban a volver porque habían ido a hacer las pruebas de sonido y ya era muy tarde. Mientras las madres se paraban en una tienda de libros, nosotras ya estábamos empezando a cantar ‘1000 oceans’ por las megáfonos .No nos importaba que la gente se nos quedara mirando, ni que alguno nos mandara callar; lo de esa noche prometía ser algo espectacular...Cuando nos separamos para ir al metro, me dio tanta pena.
Volvimos al hostal, nos duchamos, preparamos los bocadillos y nos fuimos a la parada del autobús. Allí conocimos a dos niñas, de 12 y 13 años que también iban al concierto. La de 12 años nunca había ido a un concierto y sus padres estuvieron a punto de no dejarla ir. Nos despedimos a las puertas del recinto, esperando volver a vernos, aunque no fue así .Al entrar me quedé impresionada al ver lo grande que era aquello, la gente que había...Mi madre tuvo que ir al baño, y me puse de los nervios al oír gritar a la gente que había allí. Íbamos a ver a María&Company que estaban en grada, y de pronto me acordé en que ‘sección’ estaban: en la 123. Me vino porque recordé lo que les había di-
cho a Andrea y a Violeta; que ójala se vieran, que ellas estaban en la sección 123...Y cuando llegamos, por increíble que pueda parecer, también me acordé de la fila, la 4, puesto que habían dicho que estaban muy cerca de pista, en la fila 4...Cuando las vimos estaban impresionadas por que las hubiera encontrado, y yo ya estaba impaciente por bajar a pista, pero para mi sorpresa, habían puesto una ‘doble-valla’ antiavalanchas que separaba la parte más cercana al escenario, de la del medio y las más alejada , y yo, con mi suerte, estaba en la más alejada. Bajamos para ver lo que pasaba, y un guardia de seguridad nos dijo que no podíamos pasar, solo la gente que había dormido allí. Así conocimos a dos niñas majísimas (Nuria y Esther) que también estaban esperando a que abrieran y que, curiosamente, habían traído unos peluches (uno para Tom y otro para Bill) con sus números de teléfono y sus e-mails. Total, que con todo este lío nos habíamos olvidado los bocadillos.

Cuando mi madre se dio cuenta de que no teníamos los bocadillos, se fue rauda y veloz al baño, pero volvió con las manos vacías. Ella se había comido su bocadillo, aunque yo no el mío, cosa que no me importaba mucho, ya que el hambre se ma había pasado con los nervios.
Las personas que estaban en la zona más cercana al escenario llevaban una pulsera naranja. Salieron dos niñas y un adulto con pulseras, y cuando quisieron volver a entrar con una amiga, les rompieron las pulseras a todos y no les dejaron pa-
sar. No sabíamos que había pasado, hasta que alguien comentó que, al salir, una niña se había sacado una pulsera, el padre se la había guardado en el bolsillo y luego se la había dado a la amiga. De repente, llegó un señor que el dijo al de seguridad que si veía a alguien intercambiar las pulseras, se las rompería y les echaría fuera a los dos. Era porque estaban los Mossos d´ Escuadra camuflados vigilando.
Después de este pequeño percance, ¡nos dejaron pasar!. Solo dejaron pasar a unas veinte personas ¡y nosotras estábamos entre ellas!
¡Era increíble estar entre esas veinte!. Éramos algo más de mil personas y había espacio suficiente para todas. Había más de una persona que iba a explotar de la emoción, puesto que cuando se encendía un foco, se ponían a chillar como locas (eso explica los gritos que oí desde los baños) y no os cuento ya cuando un señor sacó una guitarra, el ruido era ¡INSOPORTABLE! ¡Creí que me iban a explotar los oídos!
Cuando salieron, me tuve que tapar los oídos porque no aguantaba más... ¡Creí que me iban a explotar!
El concierto: ¡IMPRESIONANTE!. Cuando terminó de cantar ‘Break away’ ,la canción que abrió el concierto, Bill se mordió el labio inferior,¡estaba impresionado al ver a tanta gente. En dos ocasiones hicieron descender una plataforma redonda con vallas y unas lucecitas rojas y yo estaba temiendo que se le cayera encima a Gustav.
Al fondo del escenario había una pantallita en la que se proyectaban imágenes en: ‘Every second’, ‘When love is dead’ y, por supuesto, ‘Through the monsoon’.
El tema del idioma, no estaba igual de bien, ya que Bill hablaba en inglés, y yo, te- niendo el nivel de inglés del colegio (estoy en 6º, voy a pasar a 1º) solo entendía una o dos palabras aisladas y, tenía que preguntar a todo el mundo ¿qué está diciendo?. Hasta se le corrió el rimel a Bill.
Con todo esto, el ruido, el olor, y la emoción, Esther se empezó a marear y la única opción que nos quedaba era ir a la plataforma central porque los guardaespaldas da- ban vasos de agua, y nosotras, que estábamos en la parte izquierda, tuvimos que salir del mogollón, ir a la parte derecha del escenario para buscar un sitio por donde llegar.
No fue difícil llegar hasta la parte izquierda del escenario, pero ya era más difícil cruzar la masa hasta la plataforma central. Solo llegamos hasta la mitad, pero después había un tapón humano que nos impedía pasar. Estábamos atrapadas, aunque bien, en medio de la masa, hasta que una señora me dijo: ‘‘Oye niña, por si no te has dado cuenta, te has puesto delante ‘mío’, y he dormido aquí para que vengas y me quites el sitio’’. Yo la intenté explicar que una amiga mía se estaba mareando y es que allí era el sitio donde daban agua. Ella, sorda a toda razón, me empujó y se puso delante de mi. Yo, ya estaba harta, y les dije que me agarraran las manos para salir de allí. Fue fácil salir, pero cuando llegamos a la parte de atrás para llegar a nuestro sitio, vimos que no había espacio ni para una garrapata. Hasta que ocurrió un milagro...
A Bill se le ocurrió tirar al público (o sea, las chicas que estaban delante de noso-
tras), el agua de la botella de la que bebía. En ese momento se produjo una avalancha hacia el escenario y vi nuestra oportunidad. Cogí la mano de Nuria y tiré de ella hacia el hueco que había quedado después de la avalancha.
Cuando volvimos, encontramos que mi madre estaba preocupadísima porque no la habíamos dicho nada. Pero eso no era cierto.
Nos había dicho que no nos moviéramos del sitio sin avisarla antes. Yo no le había dicho nada, pero porque le habíamos estado buscando para decírselo y no la había-
mos encontrado. Bueno, al final todo quedó en un susto...Con final feliz. MUY FELIZ.
Cuando llegamos, ya estaba en el descanso, pero teníamos mejor sitio que antes: estábamos más cerca del escenario que antes y teníamos sitio para movernos libremente. No como antes, que estábamos en un sitio en el que no podíamos movernos porque había un chico que decía que como le empujáramos, nos tiraba la Coca-cola encima. Y era cierto, como comprobamos minutos más tarde.
Estuvimos viendo un video de los hoteles en los que ¡firmaban a las niñas!.Me pa- recía alucinante: ¡después de todo lo que habíamos pasado y firmaban a unas cuantas niñas que, probablemente, no habrían pasado ni la mitad que nosotras!, pero luego me enteré de algo todavía más injusto.
Las niñas que salían en el video eran hijas y familiares de gente importante que ha- bían conseguido enchufe y que, probablemente, habrían estado sentadas en su man-
sión esperando a que llegaran al pabellón para que firmaran.
Cuando se acabó el video, volvieron a salir; habían trasladado la batería de Gustav a la pasarela central, habían puesto una guitarra acústica y otra de repuesto...
Y otra vez la parrafada en inglés, de lo que solo logramos entender que era una de las primeras canciones que habían escrito, y salía un video en el que tenían 12 años y estaban preparando una actuación.¡Ahhhhhhhhh, quien hubiera podido estar allí, viéndoles cantar!
Salieron con otra ropa diferente y cantaron dos o tres canciones más. Luego, Bill presento a Tom, George y Gustav, y después se autopresentó.
Cuando terminaron, se les ocurrió la idea de tirar las botellas de agua. Bill la tiró, pe-
ro le cayó a una chica, como dos o tres filas más atrás, luego Gustav: lo único que me cayó un poco de agua y George: la primera vez, solo me cayó agua, pero sentí que ya se había fijado en mí, me había mirado un instante. Por un momento pensé que estaría pensando en tirarme la botella, pero deseché esa idea porque me parecía demasiado estúpida... Y allí estaba yo, sumida en mis pensamientos, sin darme cuenta de que me estaba mirando, cuando veo ¡LA BOTELLA ENTRE MIS MANOS!, lo siguiente que vi fue multitud de manos abalanzándose sobre MI botella, y lo siguiente, como Gustav me sonreía. Cuando conseguimos (y digo esto porque mi madre me ayudó) que todas las manos se apartaran pude por fin disfrutar del momento.
Nunca llegué a saber por que me tiró la botella. Según mi madre, fue porque ella llevaba una cinta multicolor en el pelo y yo, una camiseta rosa y dice que, al tirar una cosa, es más fácil fijar un objetivo ( como nosotras) entre una multitud ‘negra’. Y según pienso yo, fue porque nos había estado viendo durante el concierto, viendo como le saludábamos, coreábamos las canciones y sonreíamos...
Luego me enteré de que a Esther, cuando había tirado un beso a Tom, él le había sonreído y claro, como la gustaba, estaba medio loca.
Cuando subí a enseñársela a Irene, Paula y María, casi se la comen y Paula me dijo que como la perdiera, me mataba. Me tuve que despedir porque nos teníamos que ir en autobús, y creíamos que a esas horas no había. Al salir estaban repartiendo fotos (18x24cm) suyas y cogimos un paquete.
Estábamos en la cola para subir al autobús (que no llegó) conocimos a una niña muy maja a la que Bill le había tirado un osito de peluche, y para conseguir que no se le quitaran, tuvo que soportar los tirones de pelo.
Para llegar a la fila tuvimos que coger bastantes escaleras mecánicas desde las que se veía toda la ciudad.
La niña y yo fuimos investigando el osito y descubrimos que olía a ‘Diesel’ (la colo-
nia).También me contó que iba a dormir en la estación del tren porque no tenían hotel. Por lo menos, el osito la hacía compañía.
Nos despedimos y, al entrar en el ‘Metro’, vimos a Andrea y a Violeta, que en un momento del concierto, salieron en una pantalla gigante.
Sinceramente, nunca pensé que una simple botella pudiera volver tan ‘locas’ a las niñas, que se empeñaron en hacer una foto a la botella con el móvil.
Volvimos al hostal, nos duchamos y caímos rendidas porque era la 1 A.M. y a la mañana siguiente nos teníamos que levantar a las siete.
Para volver a Madrid, cogimos otro AVE y yo fui pensando todo el camino que era una pena que tuviéramos coche, porque de ser así, hubiéramos podido volver la noche anterior y, con mucha suerte habríamos visto la furgoneta que les llevaba a Madrid (porque actuaban en Rock in Rio).
Y así fue pasando el viaje, y rezaba para verlos y yo pensaba que era una pena que actuaran en Rock in Rio, y estando en Madrid, no poder ir a verlos.
Cuando llegamos, dejamos las cosas en casa, fuimos a comprar algo para comer y yo, intentaba convencer a mi madre para ir; pero la cosa no era tan fácil, porque mi madre tenía entradas para ver a Amaral y a Bob Dylan en Gredos, y llevaba esperan- do mucho tiempo para verlos. Aunque yo llevaba desde mi cumpleaños (3 de ene- ro) esperando y cuando se suspendió el concierto de Madrid, teníamos las maletas en el coche y estábamos en Roquetas del Mar (Almería). Estuve toda la mañana llorando. Pero una señora me dijo que no me preocupara tanto, que seguro que el concierto de Barcelona iba a ser mucho mejor. Y tenía razón.
Al final, mi madre cedió. Aunque yo tuve que pagarle los 45 euros de al entrada. No quiso ir a Gredos porque estaba muy cansada y son, más o menos, 200 Km. de ida, y otros 200 de vuelta en coche. Así que cogimos dos bocadillos, un peluche para tirarlo al escenario y un sueño cumplido.
Nos fuimos hasta el estadio Santiago Bernabeu, porque de allí salían los autobu- ses que iban a Rock in Rio.
El ambiente del autobús estaba bien. Pese a que se parecía al de los autocares de las excursiones a las que voy con mi clase. Todos hablando alto, los de delante jugando con un cochecito... y lo peor era todos tenían más de 25 años.
Rock in Rio era increíble: había unas fuentes que se encendían y se apagaban cuando menos te lo esperabas y te calaban, una tirolina gigante que pasaba por de- lante del escenario ‘Mundo’ para la que había una cola de más de 3 h, los diferentes stands en los que regalaban, entre otras cosas, unos prácticos abanicos...Después de ver la increíble cola que había para la tirolina, fuimos al escenario ‘Mundo’, donde horas más tarde, actuaría Tokio Hotel. Eran las 7:30 P.M., pero, a pesar de ello, no había casi sitio de la gente que había.
Cuando estábamos atravesando el final de tanta gente, vimos que el programa AR estaba haciendo una entrevista a unas niñas tokiohoteleras. Lo que más me impresionó fue cuando la reportera dijo que les había dado la mano, todas se tiraron a cogérsela... ¡hasta una niña propuso traer un cuchillo para cortarle la mano ( no sé de que me sorprendo si yo me hubiera abalanzado igual)
Al final conseguimos un sitio que no estaba ni muy cerca, ni muy lejos del escena- rio. Me hice una amiga que se llamaba Clara y tenía la misma edad que yo. Con ella estuve hablando, mejor dicho, cantando, todo el concierto.
Tokio Hotel eran los segundos en actuar, después de Carlinhos Brown y antes que el Canto del Loco. Y nos tocó aguantar a Carlinhos Brown. Lo digo porque, es ver- dad, antes me gustaban una o dos canciones suyas, pero como era un concierto, can- tó algo más de tres canciones, que se sabía muy poca gente y al final, se hizo pesado escuchar tantas canciones que no había oído y que eran todas similares.
Que conste que yo no estoy diciendo que fuera un plasta, porque si yo fuera una fan, me molestaría que hablaran así de mis ídolos. Si quereis saber por que me pongo así, leed la crónica que escribió Lino Porteras de ‘El País’ del día siguiente que actuara Tokio Hotel allí y, si tenéis un poco de respeto hacia otros gustos, lo comprenderéis. Lo mismo digo con TVE y la emisión del festival.
Después de 1h y 30 min., yo estaba supernerviosa y casi me da algo por los ner- vios.
Abrieron el concierto con ‘Break away’, como en Barcelona y luego cantaron diverso temas como ‘Every second’ que tenía una escenografía muy trabajada, con espectácu- lo pirotécnico incluido en el pack, ‘ When love is dead’ , otro tanto de lo mismo, con fuego que salía por detrás, y Gustav hecho un ‘pollo asado’, y, cómo no ‘Through the monsoon’, apoteósico, como siempre, que casi se me sale el corazón cuando paró de cantar unos segundos, como en Barcelona. Aunque también estaba ‘Scream’ con el famoso megáfono, que aunque es archiconocido, no le tenían nada que envidiar los de Irene, María y Paula...



Fin de la aventura.

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